Añoranza paralizadora y autocomplaciente
25 años atrás todos éramos muy jóvenes, algunos tanto, que incluso sólo eran proyecto y potencial creativo…
Es bueno recordar y es mejor aún aprender del pasado. Emular sus aciertos y corregir sus errores es una faceta obvia y común, pero situarte ante los retos que entonces se planteaban y evaluar el grado de cumplimiento, sus desviaciones o su inutilidad también y esto último es mucho menos frecuente …
El diseño gráfico hace 25 años, qué …, cómo …, dónde …, cuándo …, quiénes …
En aquellos momentos era una profesión desestructurada, mal reglada y poco conocida por la mayoría más allá de sus referentes olímpicos principales, logotipo y mascota, y un par o tres de nombres de diseñadores que hacían cosas simpáticas y garabatos, muchos e ingeniosos garabatos por todo partes …
Éramos entonces personas que creábamos cosas raras, frívolas y caras!, de aquellos años del “estudias o diseñas” que ha marcado, a fuego olímpico, estos últimos 25 años …, y si es cierto que otras actividades proyectuales van aprovechar globalmente el trampolín olímpico para establecer su presencia local e impulsar su lanzamiento internacional colectivo, el diseño gráfico esta visión de equipo no se dio y lo que hoy se vuelve a presentar es el individual, el artístico, el personal, el propio y no el común y aglutinador.
El reto, la marca perseguida, hace 25 años era de tono transversal y colectivo, el reto olímpico era de todos y no sólo de los ganadores/as …, se construyó ciudad con personalidad y se proyectó ciudad temática e individuos por encima de conceptos comunes …, y 25 años más tarde no hemos mejorado mucho.
El statu quo del diseño y las personas que nos dedicamos a cualquiera de sus múltiples facetas, -que hoy ya nos sitúan en una disciplina y no sólo en una profesión- no ha cambiado mucho, el maratón iniciada entonces no se acaba, continuamos corriendo sin vislumbrar el recorrido, sin definir una meta …, pero el estadio, el escenario mediático, hoy es muy diferente porque las estructuras ahora sí están construidas, tenemos una disciplina reglada y regulada. Reglada formativamente en niveles formativos de todos los rangos -del profesional y operativo en la estratégica y universitario, hay proyección e investigación-. Regulada por una entidad oficial nacida en nuestro Parlamento -el Colegio Oficial del Diseño gráfico-.
Esta es la conjunción real y el avance después de 25 años, pero los responsables de la Administración, que deberían responder y aprovecharlas empeñan en ignorarlas y viven paralizados en esta añoranza de 25 años atrás lleno de individuos, de espejismos y de ilusiones. La Administración y la gran mayoría de los actores del diseño de nuestro presente continúan anclados en una autocomplacencia, que al parecer les impide trabajar desde el verdadero presente en que los colectivos, las realidades y las necesidades cotidianas, que son nuestras y de todos, forjan las ilusiones comunes que dan sentido al diseño como amparo a sus profesionales y sus proyectos como ayuda para la sociedad.
Muchas cosas han cambiado y mejorado en 25 años y conviene aprovecharlas porque de esta manera y todos, no sólo los de siempre, podríamos estar mucho mejor.
El diseño gráfico, la disciplina formada por muchas personas, siempre -citius altitus fortius-.