Hemos manifestado nuestra queja al Presidente del Parlamento de Cataluña en cuanto a la convocatoria abierta a profesionales del diseño gráfico con sede social en Cataluña, difundida por la ADG/FAD, para efectuar la conceptualización y diseño del logotipo conmemorativo del 40º aniversario del Parlamento de Cataluña desde su restablecimiento después de la dictadura franquista (1980-2020), dado que sus bases no cumplen los requisitos profesionales, legales y legítimos propios de una profesión regulada cómo es el diseño gráfico, la disciplina de la comunicación visual.
Hablar de concursos, siempre, es un tema peliagudo que abre heridas y sitúa compromisos. Como norma, y de forma general, los consejos propuestos por ICOGRADA -hoy ICO-DESIGN- son la base de nuestra actitud hacia ellos.
A estas orientaciones básicas de tono profesional e internacional, tenemos que añadir la legalidad y la legitimidad que guían nuestro compromiso -el de todas las instituciones y los habitantes de Cataluña- con las leyes emanadas del Parlamento de Cataluña que, como depósito de la soberanía de la ciudadanía, es el órgano legislador y del que nació, por unanimidad, el Colegio hace 15 años.
Evidenciarle al propio presidente del Parlamento lo ilegal e ilegítimo de esta convocatoria en particular, en su fondo y en su forma, es doblemente triste, porque nos sitúa ante un nivel de indefensión difícilmente superable. ¿A qué podemos aspirar, si ni siquiera el propio Parlamento reconoce el paradigma legal actual del Diseño? y cae en lo establecido, que es lo habitual y tradicional, aunque injusto, que es lo que beneficia y ampara las prebendas de los pocos, los de siempre, ante la proyección del actual marco legal que estructura el paradigma del Diseño Gráfico, la disciplina de la comunicación visual, en el siglo XXI. Una realidad clarificada, regulada, ordenada, definida transversal, estratificada…, que nace, con el Colegio Oficial, “… para la defensa del diseño de la comunicación visual, de sus profesionales y de sus usuarios”
Verdaderamente, no avanzamos, muy al contrario, retrocedemos, porque con estas acciones por parte de algunas instituciones no sumamos ni mejoramos ni reconocemos nuestra propia realidad actual.